Lugar No en el lugar desde luego que sí

La cabeza de todo ser humano funciona interpretando el mundo en dos versiones. Sí, todo ser humano, ha oído bien. Un mundo para las metas y otro mundo para los caminos. Este último lo tiene delante, lo llamamos realidad y no es más que lo que es. El primero, más interesante, lo llamamos utopía y es solo lo que debe ser. Así, tenemos dos imágenes de cada lugar, el "lugar No" y el "lugar desde luego que sí". La utopía y la realidad.

La realidad, damas y caballeros, es lo que es. Es la pantalla desde la que estás leyendo esto y también es todo el polvo que se acumula en ella sumado a la certeza de que el aparato electrónico desde el que lo lees no durará más de cinco años funcionando correctamente. Podemos darle vueltas a que la realidad es algo intrínsecamente negativo o algo intrínsecamente positivo, pero daría igual. Nuestros debates a la realidad le dan igual, nuestras quejas, lamentos y argumentos. Pasa de nosotros por completo ¿De verdad creías que por más fuerte que pulsaras el botón de subir el volumen comenzaría a funcionar? ¿Creías que funcionaría porque era justo que funcionase? ¡¿Creíais que por reclamar a un árbitro corregiría lo que obviamente no ha visto?! Soñáis con imposibles, estáis jugando a la realidad y eso no podéis olvidarlo.

Sin embargo, todos hemos pensado en como debería ser el mundo, en la utopía. Sí, claro que sí, no hay más que volver al ejemplo de la pantalla de antes. Ahora estamos a punto de que entre alguien y diga:
"La utopía es la fantasía, el mundo de yupi, es imposible y no hay que perder tiempo en utopías"
- Señor Cliché, 2014

Pero si vamos al ejemplo de la pantalla con la que lees este artículo hallamos dos quejas. Que la pantalla coge polvo y que la vida útil de los aparatos electrónicos no supera los cinco años en el mejor de los casos. Pues bien, que los aparatos no recojan polvo pertenece al mundo de yupi, es una soberana estupidez y pásale la manga de vez en cuando al monitor que no cuesta tanto. No obstante, que la vida útil se quede en menos de cinco años es una injusticia, tiene que ver con algo llamado obsolescencia programada y es totalmente legítimo protestar contra ello. Los aparatos podrían y deberían (ambas condiciones son necesarias) tener una vida útil superior, por eso el lugar en el que esas cosas son así es la utopía. Si un amigo se cabrea contigo, pertenece al mundo de yupi que te perdone al instante y que te vayas de rositas, pero se queda en la utopía el que ese amigo no te torture mientras no seáis amigos ni que te vaya a perdonar en un futuro cercano. La utopía es lo que puede y debe pasar, pero que, en muchas ocasiones no sucede. Obviamente todos deseamos cosas del mundo de yupi de vez en cuando, pero en nuestro interior sabemos que nuestros deseos no son legítimos, no son merecidos. La utopía es siempre merecida y en ocasiones necesaria, lo que no quiere decir en ningún caso que vaya a suceder en la realidad, que siempre va a reírse un poco de nosotros.

Todas las luchas utópicas son realizables, son alcanzables con mayor o menor esfuerzo y con más o menos suerte, pero ahí sigue la realidad, manteniendo las distancias con nuestros sueños. No hay que olvidar jamás que desear que todas las cosas fueran siempre utópicas también es parte del mundo de yupi. Es fácil, si le preguntamos al señor Cliché sobre todo lo dicho anteriormente que nos contente, tan a gusto: "Podéis soñar, pero la realidad sigue siendo la misma. Una realidad oscura, miserable, llena de traidores y cosas asquerosas. No podéis confiar en nada ni mucho menos en nadie". Le pese a quien le pese, señor Cliché tiene razón. Podemos soñar, y está bien que lo hagamos y que luchemos por lo que creemos justo ya que algo caerá. Pero la realidad es, a muy grandes rasgos, muy parecida desde que nos levantamos hasta que nos vamos a dormir, desde que nacemos hasta que nos vamos a morir. Y en cientos de ocasiones la realidad es miserable. Las cosas se pueden poner siempre más en nuestra contra de lo que ya están, y es prácticamente imposible llegar a vivir sin ningún problema. Lo más sólido y estable, como la vida de alguien, puede desaparecer en cuestión de segundos. Cuando termines de leer esta frase, habrán muerto nosécuántas personas en nosédónde y no dejan de ser personas que tenían sus vínculos y cuya muerte trastoca la vida de otros y otras. La gente más ejemplar, más virtuosa, más admirable y más amada, no deja de ser alguien imperfecto que puede darnos una gran decepción en cualquier momento sin que sea necesaria su muerte. Porque, carajo, nade es perfecto, claro que te puedes llevar una decepción de quien sea y era un poco excesivo por tu parte pensar que alguien no iba a poder fallarte nunca. Y para colmo, tú y yo vamos a estar muertos algún día merezcamos lo que merezcamos.

La realidad no es perfecta sino, de hecho, imperfecta. Es una gran estructura sostenida de malas maneras, mil veces reconstruida, que sigue en pie por la simple insistencia del ser humano de no abandonarse al suicidio colectivo, y atreverse a vivir con todo lo que conlleve. Es un lugar ciertamente desagradable al que nadie nos preguntó si queríamos venir. A pesar del discurso más esperanzador, no deja de haber problemas que no podamos esperar a que se resuelvan solos... o a que se resuelvan siquiera. Y existe, efectivamente, la posibilidad de que una vida sea irremediablemente oscura y triste. Cualquiera podría estar tentado de que una realidad así no merece ser vivida, pero se equivoca.

Efectivamente, el mundo es, en ocasiones, una basura ¿Pero sabéis cuándo era una basura absoluta? Cuando no vivíamos. A mí no me preguntaron si quería venir a la realidad, y me alegro, porque quizá hubiera dicho que no, y habría sido un error. Es cierto que ahora que vivo hay momentos en los que cuesta ver alguna estrella en medio de la noche, pero hubo un momento en el que no había ninguna estrella, como oí en algún lugar. Y como hubo momentos en los que no había nada, realmente debo agradecer que ahora, de cuando en cuando, pase algo bueno, algo utópico en esta realidad, que tampoco es que sea tan miserable como la pinta siempre señor Cliché. La realidad, no solo es lo que es, sino que es lo único que es y lo único donde podemos ser. Sin caer ni en la ilusión de que no hay problemas sin solución, ni en la ilusión de que hay que aceptar estoicamente la triste realidad tal y como es. Para empezar, hay que dejarse de llantos y aceptar que la realidad va a ser de una manera, después hay que luchar con astucia por cambiar lo que puede y debe ser cambiado. De esta forma, encajamos la utopía en la realidad, amoldando la primera a la segunda. O si no, siempre nos queda la astuta opción del señor Cliché, de quejarnos por todo una y otra vez, lamentar nuestra miserable existencia y esperar temerosos a la muerte, que es lo que deja de ser.

"La utopía está en el horizonte. Caminas dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más para allá ¿Entonces... para qué sirve la utopía? Pues eso... para caminar"
Eduardo Galeano

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