Jorge Luis y Ulises
Imaginemos la vida de dos conocidos, ni siquiera amigos, con dos maneras distintas de vivir su vida. Por un lado, presentamos a Jorge Luis. Jorge Luis se levanta por la mañana usando como despertador una tertulia acerca de nuevas técnicas médicas para curar un síndrome extraño, hace un resumen mental en su cabeza y retiene las ideas principales. En su trabajo las desarrollará y quizá las use como otro capítulo en el ensayo que está escribiendo. En el desayuno prepara una complicada receta que le proporciona unos nutrientes perfectos. Esto conlleva que tenga que estar siempre seguro de contar con los curiosos ingredientes necesarios. Por la mañana, en el trabajo, mientras escucha música clásica que estimula su cerebro, prepara unos escritos y apuntes para sus clases (supongamos que es profesor de universidad) en las cuales desarrollará las tesis con las ideas que retiene en su prodigiosa cabeza todo el día. A la hora de comer se reunirá con el comité de médicos de cualquier cosa, donde tiene a la gente con la que mantiene las conversaciones que más disfruta. En ellas trata su tema favorito, supongamos: la medicina. Después de comer, se lee el último tomo de la enciclopedia y después abre su blog y centrando mucho su cabeza consigue escribir una tesis que profundiza enormemente la de la enciclopedia y prácticamente resuelve un enigma que no esperaba ser resuelto tan pronto. Aún mejor, la escribe en francés porque está aprendiendo ese idioma y porque le ha condecorado el gobierno francés. Aunque toda esta historia sucede, supongamos, en España. Y Jorge Luis está en racha, pero estresado, y para desestresarse sale a correr por un recorrido estrictamente marcado y que debe completar en un cierto tiempo para mantenerse en buena forma. Después de correr, se ducha, cena, lee y debate en una sala de reunión de la universidad con algunos de los más importantes biólogos y médicos del mundo. Puto Jorge Luis, cómo las lía.
El mismo día, Ulises se levanta por la mañana utilizando un despertador que ha puesto en una sala distinta al dormitorio, para asegurarse de que se levanta a apagarlo, aunque odie la musiquita que tiene puesta. Pone la tele y tras los titulares sin perder el tiempo se va a ver un documental sobre los pingüinos en la Antártida. Le distrae mucho ver cosas de animales y luego siempre suelta alguna curiosidad sobre ellos. Tiene una curiosidad para cada situación. Si las cosas están tensas dice: "La viuda negra se come a su marido tras el coito, esto no puede ser peor", y todos se ríen normalmente. El caso es que ve documentales porque le gusta, pero le acaban valiendo para lo otro. Cuando llega al trabajo de, supongamos, profesor de universidad, busca en foros de Internet ideas para la clase y las combina con las que pide a sus alumnos y a él le parecen buenas o las que él mismo opina que triunfarán. Él es, por ejemplo, profesor de medicina también. A la hora de comer va al comedor y se sienta con profesores y luego con algunos alumnos amigos mediante los cuales conoce las noticias de su entorno. Luego se va a su casa a leer un par de revistas sobre medicina en las que publican novedades y descubrimientos. Entonces, abre su blog y publica un par de entradas en las que hace referencia a lo que acaba de ver en las revistas, aportando un par de sugerencias pero sobre todo, poniéndolas en un lenguaje tan sencillo y vivaz que incluso yo podría entenderlo. Y como Ulises se siente feliz porque le hace mucha ilusión su blog, se viene arriba y queda con unos ex-alumnos, profesores y alumnos para jugar un partido de fútbol. La pena es que no pueden porque está lloviendo y la pista cubierta está ocupada. Llegan a un pacto con los que están dentro, gracias a la labia de Ulises, para jugar un partido unos contra otros. Tras el partido, que ha durado más de lo que debía, van a cenar por ahí y ya en el bar, Ulises le explica a la gente los nuevos descubrimientos médicos. Pone desmesurado empeño en explicarse, se pone de pie en la silla, provoca la risa, deja en el aire curiosidades de animales. Tanto es así que los que no cenan con él se interesan por lo que dice y después del discursillo, le preguntan la dirección de su blog. Ulises se va a casa contento y pasa un par de horas antes de acostarse con su mujer y su hijo, que como ya es adolescente y no quiere saber mucho de su padre, no le pide demasiado. Están viendo la tele, pero Ulises se asegura de mantener viva la conversación y enterarse de lo que le ha pasado a su familia. Luego se acuesta y repasa todo el día, saca un par de conclusiones, pero el sueño le vence y mañana será otro día.
Dos días normales en la vida de dos tipos curiosos.
El día que Jorge Luis no tiene los ingredientes del desayuno, se pone tan nervioso que no desayuna. Además poca gente acude a sus clases debido a que saben que valen los apuntes y tiene un lenguaje complicado. Come con gente con la que puede hablar porque no soporta comer con otra gente. No aguanta que le trastoquen un plan. Pero eso sí, es la mente que hace girar el mundo. Jorge Luis electriza el motor que pone en marcha la ciencia y descubre aquello que no se sabía hasta ahora y que solo la gente como él podía contarnos. La pena es que se lo haya llegado a creer tanto.
Mientras Jorge Luis remueve el atlas de los cielos, Ulises, en la tierra, es el tipo simpático al que la gente escucha cuando habla. La gente no falta a sus clases, sino que invita a sus amigos a que vayan con ellos porque siempre lo pasan bien. Cuando come, son los alumnos quienes le piden que se siente con ellos y ellos le informan de qué no ha gustado en una clase, de cómo se va a seguir la próxima huelga, de qué tal avanza la gente en sus distintas carreras o hasta de qué música se lleva ahora. Vive con los pies en el suelo, le encanta su trabajo y ha conseguido con esfuerzo que a la gente a su alrededor le suceda lo mismo. Él no hace que el mundo siga girando, pero consigue que la gente no se maree. La pena es que la ciencia no avance tan rápido con tipos como Ulises. La verdadera virtud de este caballero no es tener muchas virtudes, sino arreglar los problemas que surgen tras estas.
Jorge Luis, el intelectual, es dueño de un gran cociente intelectual, pero no sirve de nada si la gente a tu alrededor no habla francés. Ulises, el inteligente, es dueño de cierta inteligencia emocional, cierta inteligencia lógica y con eso ha hecho cuanto ha podido. Yo propongo reflexionar cuál de los dos vale más la pena ser, y con cuál debería moverse el mundo. Obviamente ambos son beneficiosos, pero solo pido un favorito.
Como dijo algún biólogo, la evolución demuestra que no es el sujeto más fuerte el que sobrevive, sino el que mejor se adapta.
El mismo día, Ulises se levanta por la mañana utilizando un despertador que ha puesto en una sala distinta al dormitorio, para asegurarse de que se levanta a apagarlo, aunque odie la musiquita que tiene puesta. Pone la tele y tras los titulares sin perder el tiempo se va a ver un documental sobre los pingüinos en la Antártida. Le distrae mucho ver cosas de animales y luego siempre suelta alguna curiosidad sobre ellos. Tiene una curiosidad para cada situación. Si las cosas están tensas dice: "La viuda negra se come a su marido tras el coito, esto no puede ser peor", y todos se ríen normalmente. El caso es que ve documentales porque le gusta, pero le acaban valiendo para lo otro. Cuando llega al trabajo de, supongamos, profesor de universidad, busca en foros de Internet ideas para la clase y las combina con las que pide a sus alumnos y a él le parecen buenas o las que él mismo opina que triunfarán. Él es, por ejemplo, profesor de medicina también. A la hora de comer va al comedor y se sienta con profesores y luego con algunos alumnos amigos mediante los cuales conoce las noticias de su entorno. Luego se va a su casa a leer un par de revistas sobre medicina en las que publican novedades y descubrimientos. Entonces, abre su blog y publica un par de entradas en las que hace referencia a lo que acaba de ver en las revistas, aportando un par de sugerencias pero sobre todo, poniéndolas en un lenguaje tan sencillo y vivaz que incluso yo podría entenderlo. Y como Ulises se siente feliz porque le hace mucha ilusión su blog, se viene arriba y queda con unos ex-alumnos, profesores y alumnos para jugar un partido de fútbol. La pena es que no pueden porque está lloviendo y la pista cubierta está ocupada. Llegan a un pacto con los que están dentro, gracias a la labia de Ulises, para jugar un partido unos contra otros. Tras el partido, que ha durado más de lo que debía, van a cenar por ahí y ya en el bar, Ulises le explica a la gente los nuevos descubrimientos médicos. Pone desmesurado empeño en explicarse, se pone de pie en la silla, provoca la risa, deja en el aire curiosidades de animales. Tanto es así que los que no cenan con él se interesan por lo que dice y después del discursillo, le preguntan la dirección de su blog. Ulises se va a casa contento y pasa un par de horas antes de acostarse con su mujer y su hijo, que como ya es adolescente y no quiere saber mucho de su padre, no le pide demasiado. Están viendo la tele, pero Ulises se asegura de mantener viva la conversación y enterarse de lo que le ha pasado a su familia. Luego se acuesta y repasa todo el día, saca un par de conclusiones, pero el sueño le vence y mañana será otro día.
Dos días normales en la vida de dos tipos curiosos.
El día que Jorge Luis no tiene los ingredientes del desayuno, se pone tan nervioso que no desayuna. Además poca gente acude a sus clases debido a que saben que valen los apuntes y tiene un lenguaje complicado. Come con gente con la que puede hablar porque no soporta comer con otra gente. No aguanta que le trastoquen un plan. Pero eso sí, es la mente que hace girar el mundo. Jorge Luis electriza el motor que pone en marcha la ciencia y descubre aquello que no se sabía hasta ahora y que solo la gente como él podía contarnos. La pena es que se lo haya llegado a creer tanto.
Mientras Jorge Luis remueve el atlas de los cielos, Ulises, en la tierra, es el tipo simpático al que la gente escucha cuando habla. La gente no falta a sus clases, sino que invita a sus amigos a que vayan con ellos porque siempre lo pasan bien. Cuando come, son los alumnos quienes le piden que se siente con ellos y ellos le informan de qué no ha gustado en una clase, de cómo se va a seguir la próxima huelga, de qué tal avanza la gente en sus distintas carreras o hasta de qué música se lleva ahora. Vive con los pies en el suelo, le encanta su trabajo y ha conseguido con esfuerzo que a la gente a su alrededor le suceda lo mismo. Él no hace que el mundo siga girando, pero consigue que la gente no se maree. La pena es que la ciencia no avance tan rápido con tipos como Ulises. La verdadera virtud de este caballero no es tener muchas virtudes, sino arreglar los problemas que surgen tras estas.
Jorge Luis, el intelectual, es dueño de un gran cociente intelectual, pero no sirve de nada si la gente a tu alrededor no habla francés. Ulises, el inteligente, es dueño de cierta inteligencia emocional, cierta inteligencia lógica y con eso ha hecho cuanto ha podido. Yo propongo reflexionar cuál de los dos vale más la pena ser, y con cuál debería moverse el mundo. Obviamente ambos son beneficiosos, pero solo pido un favorito.
Como dijo algún biólogo, la evolución demuestra que no es el sujeto más fuerte el que sobrevive, sino el que mejor se adapta.
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