Voces en el agua
Y después de las protestas, de las huelgas, de las buenas ideas, de demostrar que había que cambiar ¿Qué queda? Hoy quiero hablar de mi reflexión sobre las revindicaciones sordas, a las que se ignoran como si nada y quedan en eso, en voces en el agua.
No hace mucho, antes de publicar la reforma laboral, el presidente Rajoy avisó a los sindicatos de que si no les gustaba podían perfectamente utilizar el derecho a huelga. Eso es como decirle a alguien: vamos a robarte, puedes pedirnos que no lo hagamos, te lo permitimos. Es como que te meen en la cara y que te digan que está lloviendo.
¿Qué fue de los movimientos 15-M o el "Occuppy Wall Street"? Protestaron, no pasó nada, se asentaron, los políticos dijeron que habría que tenerles en cuenta, siguieron asentados, y finalmente desaparecieron al ser despejados por la policía o al perder fuerza por propio desgaste. Y eso es todo. Puedes salir a la calle, y es algo realmente recomendable, puede que si muchos nos juntamos al menos nos oigan. Pero el problema auténtico llega cuando aquellos a los que les damos el poder, aquellos en los que confiamos para representarnos nos ignoran, hacen oidos sordos y hacen exactamente lo que tenían pensado hacer apartándonos a un lado esperando que nos agarremos como podamos al tren loco.
No habrá nuevos sistemas, no acabará la corrupción, no habrá reforma en la injusta ley electoral (la que mantiene a los dos partidos más grandes en el poder), no habrá voto electrónico, no habrá referendos más frecuentemente, no habrá más de lo que pedimos porque darse la vuelta y seguir a lo tuyo es más fácil que limpiar lo podrido del mundo. Y así será mientras las voces que revindican justicia no sean rescatadas del agua.
No hace mucho, antes de publicar la reforma laboral, el presidente Rajoy avisó a los sindicatos de que si no les gustaba podían perfectamente utilizar el derecho a huelga. Eso es como decirle a alguien: vamos a robarte, puedes pedirnos que no lo hagamos, te lo permitimos. Es como que te meen en la cara y que te digan que está lloviendo.
No habrá nuevos sistemas, no acabará la corrupción, no habrá reforma en la injusta ley electoral (la que mantiene a los dos partidos más grandes en el poder), no habrá voto electrónico, no habrá referendos más frecuentemente, no habrá más de lo que pedimos porque darse la vuelta y seguir a lo tuyo es más fácil que limpiar lo podrido del mundo. Y así será mientras las voces que revindican justicia no sean rescatadas del agua.
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