Pasado, duda y futuro

Un buen día el amo exigió a un esclavo traerle la comida. Cuando este la trajo, el amo se dio cuenta de que faltaba el pan y de que algunas migajas se esparcían por los trapos de su esclavo. Entendiendo que había robado el pan ordenó que fuera desnudado, apaleado y encerrado durante dos semanas sin comida. Todos supieron que era benevolente el amo porque no mató a su esclavo tras atreverse a robarle un pan. Y esto era verdad y así lo vio Dios y así lo has de contar.

Otro día, veinte siglos después, lo que llamaríamos el presente, el jefe de sección de una multinacional ordenó a una becaria traerle el café. El becario tardó media hora más de lo que debía, pero lo trajo finalmente. Lo malo fue cuando se vertió sobre los documentos del jefe. El jefe dijo: "joder" y hizo un amago de levantarle la mano a la becaria. Entonces un sindicalista lo vio y se planteó denunciar al jefe por abuso de poder pero pensó en el convenio que tenían con la directiva. Entonces el sindicalista entró en un debate interno entre ética de convicciones y ética de responsabilidad. ¿La realpolitik o el compromiso? Y la becaria se dio cuenta de que jamás la contratarían si volvía a hacerlo pero pensó que no le gustaba ese trabajo pero pensó que ese era el mundo que le había tocado vivir pero pensó en el mundo que le dejaba a sus hijos pero pensó en si iba a poder mantener a sus hijos sin trabajo. Y el jefe casi mata la becaria porque, "joder", había tardado demasiado para luego verter el café en su trabajo, pero luego pensó en si no se había excedido, en el machismo, en cómo iba a decirle a la muchacha que no podían contratarle y que eso le solidarizaba mucho con la pobre, entonces pensó en que si la contrataba la empresa no sería eficiente y quizá habría que despedir a muchos más trabajadores. Todos pensaban en lo miserable que era el mundo, en los mundos que deseaban, en otros problemas que salían de las soluciones. Al final de la mañana habían sucedido unas cuatrocientas cincuenta y dos reflexiones exactamente entre las cabezas de los tres. Pero nadie hizo nada luego que no se supusiera que fuera a hacer. Y esto es más o menos como te lo cuento yo ahora, pero que tampoco te fíes de mí porque mi criterio podría ser subjetivo y todo es tan relativo que a veces pienso que la ignorancia es la felicidad, que la ignorancia tiene que ver con la fe y la religión y entro en otro horroroso debate sobre la verdad.

Otro día, dos siglos después de la última historia, una persona pidió a otra, desconocida, que le diera algo para comer. La persona desconocida le dio comida, un abrazo y habló con ella de cómo pensaban resolver el hambre que aun quedaba en el mundo, y aunque tenían posturas distintas, eligieron una postura para estar de acuerdo. Y no es que fueran increíblemente felices pero se encontraban bastante bien sabiendo que serían buenos amigos y que podían discutir lo que fuera porque al final lo arreglarían. Y, a ver, no es que esta sea la versión exacta pero se acerca bastante y ellos respetarían que yo lo haya contado así. Fin.

¿Qué? ¿Cómo? ¿Qué estoy diciendo? ¿Qué acabo de contar con todo esta paranoia? En resumen, que el mundo está cambiando y que le está costando mucho. Si lo has entendido puedes irte, pero si aún te preguntas qué ha pasado (o creo yo que ha pasado) aquí sigue leyendo. El mundo está cambiando, vale, pero... ¿A dónde? ¿De dónde? Para entender este proceso hay que empezar por entender el mundo antiguo, por lo que pasaba antes. El mundo antes de que nos hiciéramos quinientas preguntas largas cada vez que alguien tose.

Antes la humanidad vivía en un mundo de certezas. Yo soy noble, tú eres plebeyo ¿Para qué más, obedéceme porque está claro que mi sangre es mejor que la tuya? Yo soy un representante de Dios en la tierra así que siempre voy a tener razón ¿Quién en su sano juicio iba a contradecir a alguien que dice lo que dice un tipo que es omnipresente, omnipotente, omnisciente y probablemente guapo? Yo soy rey y puedo violar a tu hija porque sois unos siervos todos y porque yo estoy por encima de tus juicios de escoria de estamento inferior ¿Va a hacer algo el plebeyo? No, porque él está completamente de acuerdo. Yo soy un hombre normal porque no soy homosexual y porque soy de la religión buena ¿Cómo va a ser normal un tío que contradice lo de los religiosos? ¿Hay que recordar quién es Dios? Y para que este mundo antiguo funcionara hay algo que desde el presente cuesta aceptar: era lo que tenía que ser, lo que estaba establecido y no se te pasa por la cabeza cambiarlo. No se puede ser homosexual ni siquiera porque vayas a ir al infierno, sino porque te parece una salvajada y una falta de moral asquerosa. No se puede contradecir al rey no porque luego sus guardias te vayan a decapitar sino porque en tu cabeza no existe la idea de llevarle la contraria al REY. Es el REY, claro que es perfecto, lo ha dicho Dios y además es hijo de un tío igual de perfecto. Si mañana yo me presentara en la corte medieval de algún reino y dijera: "a lo mejor todos merecemos la misma vida" no me discutirían acerca del comunismo, el liberalismo, la igualdad, la lucha de clases, la injusticia social, la meritocracia... (como haríamos ahora) sino que simplemente se reirían de mí. Ese el mundo antiguo y así es como funcionaba: aceptándolo.

De ese mundo tan loco poco a poco empezamos a salir, como es lógico, cuando nos preguntábamos por qué puñetas aceptamos todo aquello. Claro, en la práctica está muy bien tragarte todo lo que ordene el rey, o el amo, o el señor, pero en la teoría basta pensarlo un poco para preocuparse:

 "¿Qué hago yo obedeciendo a este tío, si es igual de mierdecilla que yo pero con corona?" - Anónimo, Francia, 1789

Poco a poco nace la duda. Y otra duda, y otra posibilidad, y otra injusticia sin pies ni cabeza que nos habíamos metido a fuego en la cabeza durante toda la historia como si valiera para algo. Pero a la hora de la verdad, ¿quién es el valiente que contradice a todo el mundo tan abiertamente? ¿Quién le dice a su padre que su madre es igual de capaz que él, cuando la propia madre piensa que es un ser inferior? ¿Con cuántos vas a ver a la guardia real diciendo que la ley tiene que estar por encima de los caprichos de cualquiera? Y así es como el mundo antiguo se ha atado al presente: a base de las mismas dudas por las que se había separado. Porque yo puedo estar a favor del matrimonio gay, pero mi abuelo puede no estarlo, y si fuera así yo tendría muy pocas ganas de discutir con él. Y aquí estamos, en tierra de nadie, ya llevamos unos siglos (y los que queden) de pensar y pensar mucho cada vez que alguien hace o deja de hacer algo. Hay una cita, que no me he inventado, que viene muy al caso:
"No sabemos lo que nos pasa y eso es precisamente lo que nos pasa" - José Ortega y Gasset

¿Vas a discutirle cuando puedes unirte a su fiesta?

Ya pueden venir a decirme lo que quieran de teorías de la decadencia (de occidente, como siempre), del fin de la civilización, de que justo ahora es cuando todo se está yendo al garete como si no fuera siendo así desde que el mundo es mundo. Pueden hablarme de nuevos dueños, de nuevas tácticas, de sistemas más difíciles de cambiar, pero la decadencia no es distinta. En el mundo pasaban cosas malas y siguen pasando, pero parece que últimamente nos damos cuenta. Ahí está la incapacidad revolucionaria (¿¡Cómo voy a discutir con mi abuelo!?) Y ahí está la extensión de proceso, en la dudas que surgen y en las formar en que las justificamos. Y entonces nos sentamos a mirar el mundo y pensamos en la importancia de la tradición, y en el individualismo, el respeto y tantos "ismos" que ya ni los conocemos. La verdadera razón de que no cambiemos de golpe es porque a nadie le gusta discutir con su abuelo.

Confió, no sé porque, en que cada generación lo vaya teniendo todo más y más claro y que el futuro sea mejor, mas racional, con menos dudas, con menos ataduras, con menos deudas a las pasadas generaciones y con un criterio más sencillo. Para alcanzar este futuro tan sencillamente idílico hace falta, lo diré aunque me repita, una educación que sea de una manera que explicaré más tarde. Necesitamos educación para aspirar a resolver las dudas sin dejar de dudar. Obviamente en el futuro seguirá habiendo problemas, fallos, incoherencias y hasta injusticias pero la diferencia es que haremos por arreglarlas además de por conocerlas.

En medio de este doloroso viaje hacia el paraíso ha tenido que aparecer un ente tan malvado que decide que todo es tan relativo que el egoísmo puede anteponerse al bien común porque el egoísmo, dice, va a beneficiar al bien común. Yo no voy a decir su nombre, no quiero que luego me pongan etiquetas de anti-tal y anti-cual, pero desde luego me voy a cabrear. Me cabrea que haya personas que se digan a sí mismas "Voy a intentar ganar todo el dinero posible sea como sea que ya vendrá luego la mano invisible a demostrar lo bueno que es que tengo mucho dinero. Mucho dinero, que es muy bueno". Me cabrea porque cuando alguien les dice: "Tú teoría, en la práctica, genera desigualdad y pobreza en el mundo" todo lo que tienen que decir es: "¡Oh, esa es tu opinión! Podemos discutirla como si me importara lo que me fueras a decir y luego seguir ignorándonos"

Estoy cansado de la relatividad de todo, de la inutilidad del diálogo y de las teorías del egoísmo que se defienden con él: "¡Respeta la injusticia que impongo!". Estoy cansado porque me asusta pensar en un futuro de distopía donde el individuo es el centro de todo y lo único que podemos hacer es intentar sobrevivir a costa de aprovecharnos de los demás, porque los demás son igual de miserables. Un futuro donde, por ejemplo, los amantes lo sean por egoismo, y se lo digan así el uno al otro: "Estoy contigo para ser feliz, no para hacerte feliz. Si eres feliz es un mero efecto secundario de la mano invisible, pero si algún día soy infeliz, te abandonaré sin más". Una patada en la boca para cada amante de esos. Y otra para el que diga: "Voy a hacer algo malo pero cómo todo es relativo pues no es tan malo, es distinto, está causado por motivos sociológicos que yo no controlo. Me siento solo en el mundo, todos son iguales, tengo que defenderme". Esos no caben en el futuro de la razón. Esos no son ni como yo ni como mi abuelo, no nos conocen, así que no se atrevan a decir que somos "todos igual de egoístas". Esos no entienden nada del bien común.

(Para los que me vayan a llamar intransigente o irrespetuoso:
¿Acaso no respetas todas las opiniones, Isidro? Sí, las respeto, pero no respeto que no se esté dispuesto a cambiarlas si otras demuestran ser más racionales o más beneficiosas para el bien común.)

Todo debe avanzar, progresar, mejorar, ser superado. Todo cae cuando no se puede construir más sobre él. Las dudas serán superadas, el egoísmo (espero) será apartado, las tradiciones serán vistas con el mismo respeto que las novedades y los errores serán arreglados, no justificados con ideologías. Tú, mi hijo, mi nieto, o yo mismo puede que no vivamos en ese futuro. Pero me vale con saber que llegará, con ver que estamos encauzados hacia él. Me vale con ser como Moisés, que vio la tierra prometida antes de morir aunque nunca vivió en ella. Ver que nos acercamos a un futuro de progreso y dormir, descansar en paz.

Comentarios

  1. Estoy bastante de acuerdo con todo lo que has expuesto.
    Puede que otro de los problemas del "no cambio" sea la existencia de gente pensando : "ya ha habido suficiente cambio desde los tiempos de esclavitud. En realidad, no estamos tan mal como estamos, comparándonos con aquellos." y no buscando ese futuro sin tantas dudas y donde las novedades no den pereza.
    En mi opinión, tu odio hacia la relatividad es acertado. Aunque quizás no lo sea para toda persona que lo lea.
    No entiendo muy bien a qué te refieres con la mano invisible.
    No estoy de acuerdo con la inutilidad del diálogo. Por el contrario, creo sinceramente en la inutilidad de ciertos participantes.
    Por último, quiero proponerte que entres más en el tema del tipo de educación que planteas.

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    1. No había considerado la posibilidad de rechazar la revolución por pensar que ya está hecha, y es bastante acertada. Supongo que esa conformidad se mete en el bando del mundo antiguo cuando se cree que sigue "a la moda".
      Mi "odio" hacia la relatividad, que pareces respetar, se fundamenta (para el que no lo respete) en que impide crear una sociedad con fundamentos sólidos, con códigos sólidos. En cuanto al diálogo, como tu dices, son ciertos participantes los que lo hacen inútil, y a veces se escudan en estar dispuestos a dialogar cuando saben perfectamente que no van a hacer ni caso de ideas ajenas. Sobre la educación ya hablaré, es solo que es un tema muy gordo, de unas dos o tres entradas. A parte, estaría bien saber quién ha dejado este comentario, pero respetaré tu anonimato si lo prefieres, te agradezco enormemente haber compartido tu opinión conmigo.
      PD: Yo tampoco sé qué quiere decir nadie con eso de que hay una mano invisible que mejora el bienestar común cuando somos egoístas, pero hay un tipo que se llamaba Adam Smith que parece entenderlo.

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