Los Estados Unidos de Gatsby

Harto de toda la política y filosofía interesantes pero no atractivas que acabo introduciendo en mi blog, he pensado en camuflarla debajo de la cultura, que es siempre la encargada de hacer este mundo atractivo incluso cuando no es interesante.

Yo vengo de leerme "El Gran Gatsby" de Francis Scott Fitzgerald, y desde luego tengo que dar mi opinión. El libro es, en una sola palabra, mágico. La redacción del texto es lo que le da una fluidez y una belleza que hace que leer sea todas esas cosas que se exaltan de todos los libros pero que muy pocos consiguen: que guste el simple hecho de leerlo. El argumento es todo lo enrevesado que tiene que ser, te guste más o menos su historia; la ambientación está conseguida, lo cual no es difícil teniendo en cuenta cuando se escribió (1925). Pero es en los personajes donde más me voy a centrar. Si alguien quiere saber mi opinión sobre la última película diré que no tiene la magia del libro a pesar de que lo intenta, abusa del tema del amor hasta lo pasteloso y está demasiado actualizada, si a alguien le gustó, le gustará también el libro. Cada uno representa una conducta concreta, una personalidad, un objetivo en la vida. Pero yo me voy a centrar en Gatsby, porque él representa América.


Jay Gatsby es un hombre nacido de dos cosas: la ambición y el esfuerzo. Se supone que ha nacido en la pobreza absoluta, pero eso es solo un mal recuerdo, apenas le representa. En su vida ha conocido lo que es el trabajo duro y ha llegado a lo más alto no siempre de las formas más limpias, aunque esto se deje siempre en un segundo plano, detrás de toda la pompa y la fiesta. Porque, en apariencia, Gatsby es un hombre joven, guapo, exitoso, elegante y decidido, y esa es la imagen que él desprende finalmente. Representa el éxito hasta sus últimas consecuencias. Y la imagen que nos llega de Estados Unidos al resto del mundo es muy semejante. El país que, por cualquier medio, siempre consigue lo que se propone, con una cultura que atrae por si sola a los ciudadanos de todo el globo, con un sentimiento patriótico inigualable y hasta con los personajes más famosos.

Los países extranjeros, como Nick Carraway, vemos desde fuera a esa tierra a la que todos nos querríamos parecer, a la que queremos vernos sonreír. La que organiza las fiestas.

Y Gatsby, igual que EE UU, tiene otro fallo a parte de sus dudosos métodos de triunfo: que no acepta un no por respuesta. Gatsby no soporta la idea de tener que renunciar a su amor, y a EE UU le pasa parecido, no soportó la idea de perder Vietnam y perdió mucho tiempo allí. Por eso he decidido poner este discurso en la entrada, porque creo que representa perfectamente la idea:

                (Está en inglés, pero sí os vale tenéis la transcripción en la descripción)

La frase clave es: "Cuando quieras triunfar tanto como quieres respirar (cuando estás debajo del agua), entonces seras un triunfador [...] La mayoría de vosotros no queréis triunfar más de lo que queréis una fiesta. Vosotros solo lo queréis más o menos".

Para ser sinceros nunca he estado en América y estoy seguro de que me estoy pasando de listo con esta entrada, pero a lo que me refiero es al ideal norteamericano, no al norteamericano medio. Y es que veo dos caras en este ideal. Por un lado, esa obsesión insana por ganar, por ser el mejor y por dar tu vida por lo que te has propuesto cuando la derrota es un hecho. Todo sumado a la sagrada comparación del éxito con el dinero. La derrota es innegable en ocasiones, y negarla significa solo más derrota.

Y, sin embargo, también hay algo que se puede aprender de Gatsby y de este discurso. En él se dice: "El dolor es temporal. Puede durar un minuto, una hora o un día, o incluso un año. Pero, en algún momento, desaparecerá y algo distinto ocupará su lugar. Si abandono, sin embargo, durará para siempre". Esto es lo que se puede aprender del optimismo loco americano. La lucha vale la pena si sigo luchando, no debo abandonar, no debo rendirme solo porque me duela o porque ya no me apetezca hacer algo. Eso sí es loable. Desde luego no serían la primera potencia mundial si no creyeran que merecen serlo.

La locura empieza donde el dolor no hace falta. El triunfo, cuando la esperanza te importa más que el dolor.

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