Lo que hay (muerte) y lo que queda (vida)

Es frecuente cuando viajo en metro que, nada más entrar al tren, camine en dirección al vagón más cercano a la salida del andén de destino. Es decir, me subo al metro donde sea y, dentro, camino a la puerta que más tiempo de andar me evita al bajar. El tiempo que camino en el metro es uno que no altera el tiempo que tarda el tren en llegar de un lado a otro, pero altera lo que yo tarde en caminar luego. Bien, pues cuando camino en un metro, estoy caminando vida. Vida que es el tiempo que ya no gastaré en andar. Y quedarme sentado sería muerte.


La vida es (otra cosa no). Y para ser está hecha de tiempo, un tiempo que tan solo puede ser posibilidad o recuerdo. Tu vida no tiene pasado ni presente ni futuro, aunque haya significados que dar a esas palabras. No puedes viajar al pasado, ni recordarlo de la exacta forma en que sucedió, el pasado no existe para ti, solo recuerdos (que luego ampliaré). No puedes decir que exista un futuro porque no puedes fijarlo, no puedes ir a él y porque es una construcción que ha salido de ti, no de la realidad. Por tanto, si no hay pasado porque es recuerdo ni futuro porque es variable, no tiene sentido decir que hay presente, sino mejor consciencia o momento actual. Ese momento esta compuesto de posibilidad (las cosas que puedo hacer en relación a las que me van a suceder) que se imprime a través de la consciencia en recuerdo. Y en el recuerdo entran formas más allá de la cabeza de uno mismo (pero que pasa por una cabeza). Algo como un libro o una película también está hecha de recuerdo, incluso si son de ficción o de ensayo, porque no son más que posibilidades que una consciencia vivió y que imprimió en ese libro o película. Una opinión, una historia, un hecho hay que vivirlo, incluso si no es tuyo, pero conocerlos implica hacerlos parte de tu vida e imprimirlos en un recuerdo. Pero, cuidado, si bien los recuerdos están hechos de vida, ahora son muerte.

La muerte es la vida que deja de ser. No hay muerte que no esté precedida por una vida, otra cosa es simplemente la nada o el vacío. Pero, si la vida se hace posibilidad, la muerte estará allá donde haya dejado de haber variables. Una estructura es muerte. Si la vida está hecha de oportunidades que tenemos, de momentos en los que nos suceden unas cosas u otras, los momentos en los que algo se convierte en rutina, nace una estructura que esta hecha de la muerte de la posibilidad de vida. Una estructura es la repetición de un proceso, pero es necesaria para el orden de la vida. La vida no renuncia a nada con una estructura (de hecho, sin ella probablemente muera antes), pero ahora hay un ámbito que se queda sin posibilidades, y estás van a dentro o fuera de ella. Por ejemplo, si yo siempre quedo con mis amigos, muere la posibilidad de no hacerlo. Ahora las posibilidades están en qué hago cuando estoy con ellos o en quedar con otros amigos, pero porque ahí no hay estructuras. Estoy siendo complicado, lo sé, pero el tiempo lo es y, aunque a estas alturas de la entrada no lo sabes, dispones de todo tu tiempo. El dinero es una estructura. el dinero implica que el cambio de bienes y servicios se hace a cambio de dinero y no de otra cosa por norma, otra cosa es vida sin orden. No darías valor al dinero si no recordases lo que vale en el orden en el que vives. Y necesitamos el orden como necesitamos (hoy) el dinero.

Las Moiras decidían lo que dejaba de ser para los griegos. Para mí te mueres.

Sin embargo no hay motivo para complicar el lenguaje, todo es tan simple como se explica. El resumen es que el mundo (que para ti y para mí se limita a nuestra consciencia, a lo que podamos conocer), se resume en dos pulsiones. La pulsión vida es lo que es y la pulsión muerte es lo que deja de ser. Surgen dos confusiones:

1. ¿Cuál es la diferencia entre un recuerdo y una estructura?
2. ¿Hasta donde van mis posibilidades en las estructuras ya creadas?
3. ¿Vas a darme el sentido de la vida ya, maldito?

1. Ni una sola. Los recuerdos derivan en estructuras. Problema resuelto.
2. ¿Puedo coger un cuchillo y cortarme el cuello? No, no puedo porque no lo voy a hacer. No ir a hacer algo implica no poder hacerlo. Pero se pueden abrir las posibilidades, puede darse el caso en el que yo si tenga la opción de coger un cuchillo y cortarme el cuello, hasta entonces, aunque sea capaz no puedo hacerlo. No obstante, la quiebra de esas estructuras tiene que ver con nuestra acción o la de otras vidas. Seguramente no puedas volar, pero si rompieses las estructuras que te impiden construir un avión (no quieres construirlo, no sabes cómo hacerlo, eres pobre), puedas volar.
3. Nada, lo que te voy a decir es que todo el tiempo que inviertes en caer bien a Dios es tiempo gastado.

Para definir la palabra Dios voy a coger, a parte de al bueno del todopoderoso, a los cánones. Un canon es una estructura que dice qué es lo mejor entre varias opciones. La talla 90-60-90 es Dios. Tener mucho dinero es Dios. Iniciar una revolución es Dios para algunos. Portarse bien y acostarse pronto también son Dios. Son cosas en las que imprimimos mucho tiempo con la intención de ajustarnos al canon. Eso es lo mismo que si lo haces para que Dios te mire con buenos ojos. Ganas mucho dinero para ser muy reconocido por los demás, o por ti mismo, o por tus padres, da igual, todo ese reconocimiento tiene que ver con Dios.

Yo, en mi posición de agnóstico, no voy a decirte si Dios ha muerto, pero hace tiempo que no da señales. Y ese Dios de los ateos tiene mucho que ver aquí con los cánones. Porque tú puedes alcanzar el canon perfecto, si eres mujer, de tener 90-60-90, pero Dios no va a decirte que has hecho bien, que tenías razón, que al final es verdad que tenías que adelgazar y que otra cosa era de feminazis reprimidas. No, ciertamente nadie que sea Dios viene a darte ningún premio, tan solo puedes inventártelo. Si alguien me premia por ese logro será porque él considere que es un logro, no porque Dios ha bajado y le ha dicho: "esa es, cracks". Todos tranquilos, no hay drama (porque nadie dice que si no hay Dios es malo).

La ausencia de un canon no inventado, uno de verdad, complica todo. Es cierto que todo lo que vemos es inventado pero, sin embargo, esas estructuras son tan firmes que demolerlas podría acabar con todo. Ahora sé que el el tiempo que trabajo no es menos tiempo, el que hago el vago tampoco, el que me cultivo culturalmente tampoco. Puedo salir a correr todos los días y no tomar drogas pero no hay Dios que me aseguré que eso es lo correcto. Sin embargo, no hay Dios para decirme que eso está equivocado. Puedo gastar todos los días de mi vida en contemplar mi cara frente al espejo y al morir, cuando me acusen de egoista, preguntar: "¿Y según quién?".

Sin embargo, no sería bueno que todos pasáramos nuestras vidas mirando el espejo. O, tanto si no es bueno como si no es malo, conduciría a un escenario que no nos hace felices (falta de trabajadores porque se están mirando al espejo). Así que nada de tonterías con que ahora que Dios no mira podemos ensuciar, porque igualmente hay que limpiarlo. No hay drama, pero seguramente la que sepa que Dios no contesta no quiera saber nada del 90-60-90 si no le hace feliz. Entonces quizá desee apartar esa parte de muerte de su vida, deseará destruir las estructuras.

"Este mundo de mierda esta embarazado de otro nuevo"
Eduardo Galeano

Para destruir una estructura necesitas vida. La vida es el combustible con el que se imprimieron y ahora es lo que lo destruye, porque se crea otra, porque se renuncia a lo viejo o porque se revive algo aún más viejo. Aquí llega "La Cara". La situación cara es la siguiente: me establezco a Dios a mí mismo, imprimo todo el tiempo de mi vida en acercarme a ese Dios y luego irme a dormir tranquilo. Esta situación es "La Cara" porque es cara, como es caro mantenerse siempre cerca de un Dios (más de uno inventado), y porque hay que encarar que si mi Dios es inventado nunca tendrá un valor objetivo, pero sí real. Mi Dios no se puede justificar por sí mismo, pero sí por mí (me sirve para dar un sentido a mi vida y eso me hace feliz). Si llegas con éxito a establecer "La Cara", eres el dueño de tu tiempo.

Dominar tu tiempo (y tu vida con sus posibilidades) no tiene que ver con volver a nacer siendo guapo en un palacio o comandar la revolución que tu ansías. Dominar el tiempo (que es la vida) es crear oportunidades dentro de tu propia vida. Las estructuras están ahí y seguramente tú no puedas cambiarlas (porque no quieres o no sabes (o eres pobre)). Las oportunidades no se dan, se cogen y eso implica que puedes hacer lo que quieras pero no te puedes inventar nada. No hay drama, no vale la pena quejarse porque tu vida no tiene un Dios que le dé sentido porque para que eso fuese malo haría falta un Dios. Ser el dueño de tu tiempo quiere decir que dedicarás tu vida a lo que para ti sea Dios. Ser dueño de tu tiempo implica morir lo menos posible, rodeado de estructuras hechas de lo que ha dejado de vivir.

Gracias por la vida dedicada,

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